Álvaro Monge, socio de Macroconsult
A fines del año pasado el INEI publicó los resultados de la cuenta satélite del sector informal en el Perú. Con ello, la institución aproxima el tamaño y la evolución del PBI de este sector. Las estadísticas presentadas son para el periodo entre 2007-2020 y resultan útiles para comprender la naturaleza dual de la economía peruana. En este artículo comento tres hallazgos que, a mi juicio, son los más resaltantes que se pueden inferir del estudio.
Primero, entre 2007 y 2020 el Valor Agregado Bruto informal (una aproximación cercana al PBI) alcanzó en promedio el 21% del total nacional. El resultado se encuentra por debajo de las estimaciones internacionales que arrojan para el Perú niveles cercanos al 46% (según Medina y Schneider para el año 2017 en su publicación más reciente). No obstante, es importante notar las diferencias metodológicas y conceptuales entre las cifras del INEI y la comparativa internacional. Las segundas son más cercanas al concepto de economía subterránea identificada a partir de variables que correlacionan con la informalidad (lo que las hace sobreestimar los resultados) y las primeras infieren un sector informal desde una metodología contable más cercana a cuentas nacionales, pero mirando únicamente la actividad económica de las familias (lo que las hace subestimarlos). En todo caso, independientemente de estas diferencias lo que los resultados confirmarían es la naturaleza urbana de la informalidad en países en desarrollo. El documento del INEI arroja, por ejemplo, que la parte no agropecuaria estaría explicando casi el 70% del PBI informal en el periodo.
Segundo, en los 5 años anteriores a la pandemia, el PBI informal crecía por encima del PBI formal. Usando los deflactores del PBI total del BCRP y las cifras nominales del estudio del INEI, se puede concluir que en el periodo 2014-2019, mientras la economía formal crecía a un ritmo de 3% en términos reales, la economía informal lo hacía a un 4%. No obstante, la crisis del 2020 fue más dura en el sector informal generando una contracción real de casi 18% frente a un más resiliente sector formal cuya contracción alcanzó alrededor del 9%. Esta evidencia es consistente con los hechos estilizados ya conocidos de la recesión de ese año: un choque particularmente intenso en los segmentos urbanos de baja productividad.
Tercero, la productividad media real del trabajo formal llega a ser casi 5 veces la estimada para el sector informal. No obstante, más interesante aun es comprobar que esta brecha se ha ido reduciendo en el tiempo dado un mayor incremento de la productividad en el sector informal (3.3%) frente al formal (2.4%) a lo largo del periodo. Si bien aún la brecha es amplia (más aun luego de la recesión del 2020) es una trayectoria que merece atención sobre todo a partir del año 2021 dado el potencial efecto desplazamiento del sector informal en el formal durante el periodo de recuperación.