En un reciente artículo, Yuval Harari señala que uno de los factores que han hecho más resiliente a la humanidad frente a las pandemias y la necesidad de distanciamiento social prolongado es el acceso a internet. Los avances tecnológicos, según él, han reducido sustancialmente los costos en vidas humanas y económicos, asociados a grandes amenazas epidemiológicas como la registrada este último año.
Sin duda, durante la cuarentena, el internet ha posibilitado no solo la comunicación entre las personas sino ha permitido la continuidad de las relaciones de producción en distintos sectores de la economía; además de la provisión de servicios esenciales como telemedicina o teleeducación. Esto ha reducido los costos económicos asociados a las necesarias medidas de contención adoptadas.
En países en desarrollo como el Perú, sin embargo, no todas las personas han tenido acceso por igual a este servicio, razón por la cual, este año, más que cualquier otro, el acceso a internet se ha convertido en un factor crítico de desigualdad y, en algunos casos, de exclusión.
¿Cuál es el perfil de los desconectados en el Perú? Para responder a esta pregunta debemos precisar que el no uso del internet puede estar vinculado a la disponibilidad física del servicio así como a la capacidad de utilizarlo. Las barreras no sólo provienen del despliegue de redes de telecomunicaciones sino de las habilidades digitales de las personas y sus capacidades de aprovechar estas nuevas tecnologías.
Según un reporte preliminar del INEI al tercer trimestre de 2020, en el Perú un 29.7% de la población no hacia uso de internet. Un 32.2% de las mujeres y un 26.8% de los hombres está desconectado. Diferenciando por edad, la población entre 6 y 40 años, que no hace uso de internet varía entre 30% y 20% del total, en sus respectivos segmentos etarios. Los adultos entre 41 y 59 años desconectados, representan el 39.3% mientras que los mayores de 60 representan el 66.9%.
La brecha rural también es grande. Mientras en Lima los que no usan internet representan el 16.6% de la población y en el resto urbano 26.2%; en el área rural son el 58.3% del total. El nivel de educación es un determinante crítico de la desconexión. Mientras las personas con educación superior que no usan internet representan el 10%, los que tienen educación primaria y secundaria llegan a 54.1% y 25.4% respectivamente. Estos últimos habrían disminuido en 19% y 8%, respecto del año anterior, producto de los esfuerzos desplegados en el marco del programa Aprendo en Casa. Otra barrera importante estaría vinculada a la lengua materna: en el caso del castellano el porcentaje de no usuarios de internet es el 24.3% mientras que en caso de lenguas nativas el 57.7%.
En adelante, las políticas sociales que apunten a reducir vulnerabilidades, deberían poner el foco en la eliminación de las barreras que generen desigualdades en el acceso a internet, fortaleciendo el concepto de ciudadanía digital.