Este año, la economía peruana crecería un 11% debido, sobre todo, a un efecto rebote, pues el año pasado la producción nacional se contrajo fuertemente producto de las medidas para hacer frente a la pandemia del covid-19.
A pesar de que el crecimiento de este año sería notable, es muy probable que el cuarto trimestre tengamos una contracción, producto de la incertidumbre política. La variable más afectada sería la inversión privada, pues el escenario actual no brinda las condiciones para emprender nuevos proyectos. Las expectativas empresariales que publica el Banco Central de Reserva del Perú ya dan cuenta de ello: se encuentran en su nivel más bajo desde la crisis de 2008-2009.
Si el escenario político no cambia, esta misma tónica se vería durante el 2022. La economía en su conjunto crecería 2.5%, gracias a que las exportaciones se expandirían por la puesta en marcha de importantes proyectos mineros. Sin embargo, la demanda interna, que es la principal variable detrás de la generación de empleo, se estancaría. Esto último producto de una contracción de la inversión privada superior al 14%.
Para revertir este bajo crecimiento, el Gobierno deberá generar confianza. Esto pasa por dejar atrás propuestas que amenacen cambiar las reglas de juego de manera radical. Con ello reiniciaríamos el círculo virtuoso: más inversión, más crecimiento, más generación de empleo (de calidad) y reducción de la pobreza.