Aporte al BicentenarioAbril 5, 2021por 0¿Se puede reducir la informalidad?

Por Álvaro Monge, socio y gerente general, Elmer Cuba, socio y Sandra Flores, economista sénior de Macroconsult.
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Uno de los elementos característicos del mercado laboral peruano es la informalidad, la cual tanto por su dimensión como naturaleza se ha convertido en un condicionante transversal del funcionamiento de la economía. El concepto ha sido ampliamente estudiado y si bien en general se le atribuyen aspectos positivos asociados al bienestar de las personas como son la posibilidad de evitar cargas gubernamentales excesivas  o la mayor flexibilidad y adaptabilidad de los puestos trabajo (lo cual muchas veces convierte al sector como un amortiguador automático en épocas de recesión), en general sus efectos son negativos al limitar las ganancias de productividad de los trabajadores y las firmas, reducir la recaudación del Estado y limitar el acceso de los trabajadores a redes de protección social. Para combatir la informalidad, el artículo propone medidas en tres tiempos: de largo plazo (asociada a la formación de capital humano), mediano plazo (asociado con la necesidad de un nuevo régimen laboral y tributario) y corto plazo (asociadas a políticas laborales activas, así como la mayor fiscalización laboral).

De acuerdo con la Encuesta Nacional de Hogares (ENAHO), en 2019, la PEA ocupada privada urbana sumó casi 12 millones de trabajadores. El 57% se conformó por trabajadores dependientes y el 43% por independientes. Es decir, en el Perú conviven de manera casi proporcional un segmento que efectivamente mantiene una relación laboral con sus empleadores (los dependientes) y otro segmento que mas bien mantienen relaciones comerciales con clientes (los independientes). Esta relativamente alta proporción de autoempleados en el mercado de trabajo peruano ya es un primer síntoma de su fragilidad, toda vez que este segmento típicamente mantiene ingresos inestables (o inciertos), no tiene acceso a prestaciones sociales, usualmente no declaran impuestos y no realizan aportes para la jubilación, entre otros. Además, es importante notar que en los últimos 5 años es el segmento laboral que más ha crecido. En ese periodo, el mercado laboral privado creció a una tasa promedio anual de 2.6%, es decir, absorbió, en promedio, 285 mil empleados cada año, siendo el incremento del empleo independiente 3.7% (152 mil empleos cada año) mientras que el dependiente creció 2.1% (132 mil empleos cada año).

En dicho contexto, es fácil entender el elevado nivel de informalidad de la economía peruana, Como se muestra en el gráfico 1, al 2019, la tasa de informalidad en el mercado de trabajo urbano en el Perú se ubicó en 73% (casi 9 millones de trabajadores) considerando únicamente puestos de trabajo del sector privado. Como es de esperar, la tasa es más alta en el caso del trabajo independientes (86%) que dependiente (67%). Más aún respecto de los primeros si bien se observó una ligera reducción entre 2009 y 2016, esta se revierte casi complemente en los últimos 3 años. Distinto es el caso de los segundos donde sí se observa una reducción, aunque errática, sostenida. Al interior del trabajo dependiente el comportamiento no es homogéneo. En un extremo se ubica el segmento de menor productividad (microempresas de 2 a 10 trabajadores) con niveles de informalidad similares e incluso superiores al autoempleo (93%) y en el otro el segmento de alta productividad (empresas de más de 100 trabajadores) con niveles no solo más bajos (15%) sino comparables con el promedio de países industrializados (por ejemplo, Japón, Francia e Italia). El segmento medio está compuesto por empresas pequeñas y medianas (entre 10 y 100 trabajadores) con niveles de informalidad 50% similar al promedio de América Latina. En general, como se observa en el gráfico 2, el Perú es un país con niveles de informalidad laboral que están por encima de lo que le correspondería, dado su nivel de ingreso per cápita.

Gráfico 1: Tasa de informalidad total, dependientes e independiente

Nota: De acuerdo con la definición del INEI, el trabajador independiente informal es aquel que no cuenta con RUC; mientras que los trabajadores dependientes formales son aquellos sin descuentos de Ley (AFP, ONP, etc.). Fuente: ENAHO 2004 – 2019. Elaboración: Macroconsult

Gráfico 2: Tasa de informalidad del empleo vs PBI per cápita

Fuente: Salazar-Xirinachs y Chacaltana (2018).

 

La relativa estabilidad de las cifras de informalidad revela como en el caso peruano los mecanismos que conectan al crecimiento económico con la formalización son débiles. Por lo menos revelan que en el periodo de mayor crecimiento, la reducción de la informalidad fue tenue. Asimismo, si bien los datos al 2020 aún no se encuentran disponibles, es posible intuir que los efectos de la pandemia y la recesión subsecuente agravarán esta situación. Para ello, como se muestra en el gráfico 2, resultan informativas las cifras de Lima Metropolitana (el mercado laboral urbano más grande) donde el crecimiento del subempleo (9.1 puntos porcentuales entre el cuatro trimestre del 2019 y 2020) puede considerarse como un indicador adelantado del eventual aumento de la informalidad laboral urbana en el periodo.

 

Gráfico 3: Tasa de desempleo y subempleo en Lima Metropolitana en 2019 y 2020 (%)

Fuente: Encuesta Permanente de Empleo (EPE). Elaboración: Macroconsult.

 

El fenómeno de la informalidad laboral es complejo y multicausal. Guillermo Perry y sus colegas del Banco Mundial tratan de aproximar una explicación comprehensiva sobre el tema en su libro Informality: Exit and Exclusion del año 2007 (Perry y otros, 2007). Por un lado, mencionan que desde un punto de vista de exclusión la regulación o costos salariales inhiben a muchas empresas a contratar formalmente a trabajadores de baja productividad. De este modo, una parte importante de trabajadores son informales porque no pueden acceder a un puesto en el sector formal. Por otro lado, desde un punto de vista de salida, la informalidad es una decisión personal o mejor dicho producto de un balance de beneficios y costos que hacen los trabajadores (y sus empleadores) entre las oportunidades formales e informales. Por ello, además de los costos de ser formal, factores determinantes serán sus beneficios (accesos a redes de protección, crédito) y la probabilidad de detección y sanción por parte del Estado.

Para el caso peruano, los balances de la literatura presentados en Diaz (2014) y Lavado y Campos (2017) confirman el diagnostico anterior. Por un lado, en el documento de Lavado y Campos (2017) se revisa el nivel de productividad del empleo peruano y mencionan que en el Perú la productividad del empleo es baja y está asociada a los bajos niveles educativos, los cuales se concentran, sobre todo, en trabajadores que laboran en microempresas siendo estos sectores donde ser concentra el mayor nivel de informalidad. No obstante, observando segmentos de mayor productividad, los autores concluyen que la informalidad peruana tiene una mezcla de causas económicas, de comportamiento, institucionales y fiscalizadoras, donde ninguna de ellas es excluyente. Por otro lado, Diaz (2014), sostiene que la informalidad es un fenómeno de múltiples dimensiones, puesto que se asocia con la falta de empleo asalariado, la falta de descentralización productiva de grandes empresas formales a pequeñas unidades informales, el bajo nivel de maduración de emprendimientos, la evasión de impuestos, el incumplimiento de normas, el traspaso de costos a trabajadores, entre otros.

Como se desprende de este breve diagnostico las cifras de informalidad laboral en el Perú no solo son altas sino persistentes. De esta manera y teniendo en cuenta que los determinantes conceptuales de la informalidad están vinculados a factores estructurales y errores de política de Estado que inhiben los incentivos a la formalización, se menciona una lista de recomendaciones para combatir la informalidad. Estas propuestas han sido organizadas en tres tiempos: largo plazo, mediano plazo y corto plazo.

En el largo plazo se proponen medidas que mejoren el nivel de productividad de los trabajadores y competitividad de las firmas de modo que se amplía el espectro de participantes en el mercado trabajo capaces de superar los costos que naturalmente implica ser formal. Lo primero pasa por mejorar el proceso de construcción de capital humano a través de mejoras en los niveles de desarrollo infantil temprano y educación. La productividad del trabajo también aumenta con la mayor intensidad del capital. Es decir, una mayor inversión privada como porcentaje del PBI puede potenciar los efectos de un mejor capital humano. Lo segundo es una combinación de crecimiento económico con políticas que promuevan las ganancias de eficiencia al interior de las firmas, adopción de tecnología, innovación productiva y competencia en los mercados (incluida la apertura comercial).

En el mediano plazo, y siguiendo el estudio elaborado por Macroconsult para la Cámara de Comercio de Lima en el año 2019 (Macroconsult, 2019), se proponen cambios en aspectos críticos del régimen laboral y tributario, sobre todo aquellos que premian o incentivan la atomización de las actividades económicas o incentivan a los trabajadores y a las empresas a permanecer en la informalidad. Respecto del primer punto, se propone un régimen laboral único con elementos de progresividad que hagan que los costos de formalidad (pensiones y salud) se incrementen de manera gradual en función a la productividad del trabajador, medida a partir de los salarios. Respecto del segundo punto se propone que se eliminen los regímenes especiales y se transite hacia un régimen general de IR que tenga elementos progresivos y que premie la contratación de mano de obra formal a través de la deducción de costos laborales.

Por último, como medidas de corto plazo para menguar la informalidad, se propone incrementar la fiscalización de SUNAFIL, promover la universalización del uso de la factura electrónica y brindar subsidios temporales al empleo formal. Asimismo, implementar políticas laborales activas que permitan una mejor información e intermediación del empleo y faciliten la capacitación para el trabajo. Proponemos además que estas políticas sean focalizadas en la población joven, segmento de empleo que se verá particularmente afectado por la pandemia.

Bibliografía

  • Díaz, J.J. (2014), “Formalización empresarial y laboral”. Capítulo III del libro Hacia un Desarrollo Inclusivo: El caso del Perú (OIT, CEPAL).
  • Lavado, P. y D. Campos (2017), “Empleo e informalidad”. Consorcio de Investigación Económico y Social (CIES).
  • Macroconsult (2019), “Propuestas para la reducción de la informalidad laboral”. Preparado para la Cámara de Comercio de Lima (CCL).
  • Perry, G. y otros (2007), “Informality: Exit and Exclusion”. Banco Mundial.
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